
MINI - MAL
Eduardo Martínez
Mini-Mal es un proyecto cultural que gira al rededor de proponer una nueva idea de la identidad colombiana, sustentada en 3 valores fundamentales, la biodiversidad, la diversidad cultural y la creatividad.
Envuelto en las melodías que produce la marimba de chonta, resplandece una región vibrante y llena de vida, que en su corazón resguarda las historias de resistencia y cultural de sus habitantes, quienes han preservado sus tradiciones y costumbres a pesar de las adversidades. El litoral Pacífico de Colombia combina la densidad de las selvas con la fuerza del mar, los ecosistemas costeros y de agua dulce, y los bosques altoandinos, abarcando una extensión territorial de 83.000 km2 que incluye las zonas costeras de los departamentos de Chocó, Valle del Cauca, así como partes de Cauca y Nariño, albergando ciudades como como Quibdó, Buenaventura y Tumaco.
Aunque para muchos es un territorio escondido y poco explorado, con vías de acceso principalmente fluviales, ha sido el hogar de comunidades afrocolombianas, mestizas e indígenas. Estas poblaciones, a través de sus prácticas productivas comunitarias han convertido este territorio, que limita con Panamá y Ecuador, una región estratégica para el comercio.
El paisaje verde azulado del Pacífico resalta con sus 2000 especies endémicas de flora y fauna, 5400 tipos de plantas, 192 especies de mamíferos, 778 aves y 196 especies de peces. Esta riqueza natural se refleja en la mirada y en las manos de aquellos que han crecido con el sabor de esta tierra, al ritmo de sus músicas tradicionales y alimentados por una tradición culinaria rica en ingredientes de sabor tropical y valor nutritivo.
Así, el Pacífico colombiano no solo es un lugar de biodiversidad extraordinaria, sino también un bastión de identidad y resistencia cultural, donde se ha tejido la historia de un pueblo resiliente y orgulloso de sus raíces.
viche
El Pacífico colombiano se caracteriza por su profundo sentido de comunidad. Allí, los habitantes comprendieron que, al igual que la naturaleza trabaja de manera entrelazada para ofrecer los mejores frutos, las tradiciones deben construirse sobre la base del compartir y que la mejor manera de preservar su identidad es transmitir las costumbres de generación en generación. En la tradición oral de la costa Pacífica, se encuentra una receta que, inicialmente, era transmitida y preservada solo por las mujeres, pero que con el tiempo se convirtió en el fundamento de la identidad, las creencias y la economía de la región.
El Viche, una bebida fermentada fruto de la destilación de la caña de azúcar, es un licor tradicional de esta región. Es tal la importancia y arraigo cultural de esta bebida, que ha sido reconocida como patrimonio cultural de Colombia y se ha promulgado una ley que busca proteger su producción artesanal de manera exclusiva por las comunidades del litoral Pacífico. Esta bebida, cuyo nombre que alude a la idea de fruto verde o inmaduro, proviene de tierras que bordean ríos, humedales o mares, donde las selvas albergan vastas extensiones de caña. Las zonas donde se cultiva la caña para elaborar el Viche se encuentran en lugares sin acceso terrestre. Desde estos lugares remotos, se transportan los largos palos de caña directamente a los trapiches, donde se cortan se exprimen al aire libre, se someten a un proceso de fermentación natural y finalmente se destilan una sola vez para conservar el sabor distintivo de la especie.
A la orilla del mar o bajo la sombra de los árboles de la selva, los habitantes del Pacífico invitaran a quienes visiten estas tierras vírgenes a compartir sus saberes al calor de unas copas de Viche. Con su sabor fuerte, metálico, fermentado y tropical, esta bebida dejara en el paladar la esencia del arduo trabajo de los hombres y mujeres del Pacífico colombiano, ofreciendo una experiencia que condensa la resistencia y la riqueza de su cultura.


CHONTADURO
Huele al Valle del Cauca, sus colores transmites la calidez del Pacífico y su sabor impregnado de carácter expresa las vivencias de quienes lo cultivan. El chontaduro, también conocido como pajibaye, pupuña, pipire, pijuayo, pizbae, cachipay o piba, es un fruto que se produce en cantidades de 80 a 250 drupas por planta, en racimos que superan los 12 kilos, creciendo en temperaturas de 20 a 30 grados centigrados >Esta fruta, reconocida por sus propiedades afrodisiacas, es fibrosa pero dura, con un interior carnoso y un hueso en su centro. . Puede comerse acompañado de limón, sal o miel, y es ideal como base para cremas y jugos. Su sabor particular, agrio y ácido pero perfectamente balanceado, es un fiel exponente de la esencia de la región, guardando hasta el final su secreto más preciado.
LECHE DE COCO
No hay quien no se maraville al levantar la mirada y apreciar las imponentes copas de los cocoteros que se alzan a más de 20 metros de altura, dominando majestuosamente el paisaje tropical colombiano.. Estas palmas alargadas ofrecen otro de los productos insignes de la gastronomía colombiana: el coco. Esta fruta que llegó desde la India a Colombia, ano es apreciada por su sabor, aspecto y propiedades, y se utiliza como base en preparaciones que van desde lo dulce hasta lo salado sin dificultad alguna. El coco, conocido por sus altas cantidades de agua que podrían salvar la vida de un turista perdido, también se utiliza como artículo de decoración y es la materia prima de una preparación arraigada en la cultura culinaria de Colombia.
Al extraer la pulpa del coco, mezclarla con agua y filtrarla a través de un colador de tela, se obtiene un líquido de color blanco penetrante que se asemeja a la leche y que, de hecho, puede reemplazarla efectivamente. La leche de coco, una emulsión versátil que realza postres y aporta sabor a sopas y curris, constituye un ingrediente fundamental en al menos el 90% de los platos del Pacífico. Su ligero sabor dulce aporta un aroma distintivo y un gusto delicado a las preparaciones, capturando la sublime esencia de esta región costera en cada bocado.


empanadas de pescado y camarón
De la harina obtenida al moler los maíces cultivados en los Montes de María y amasada por las manos de la tradición colombiana surge una masa compacta, amarilla, capaz de sostener cualquier ingrediente. Las empanadas son el alimento que se arraiga en el corazón de un país que encuentra placer en descubrir una amplia gamas de sabores en cada bocado. Este platillo, no muy grande y generalmente puntiagudo, con una textura rígida, debe su sabor tanto a la buena cocción de la masa como al relleno. Las variantes más tradicionales llevan carne, pollo, arroz o papa, pero en la gastronomía colombiana, la la creatividad no conoce límites, permitiendo que cada región envuelva sus sabores distintivos en esta masa de maíz. Así, especies de pescados y mariscos que surcan las aguas del Pacífico pueden combinarse, tal vez con algún tubérculo o solos, creando un amasijo único que evoca la riqueza gastronómica de la costa occidental del país.